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Todos tenemos una cruz que llevar además de la de Jesús.
A cualquiera, pues, que me confiese delante de los hombres, yo también le confesaré delante de mi Padre que está en los cielos.
Y a cualquiera que me niegue delante de los hombres, yo también le negaré delante de mi Padre que está en los cielos.
No penséis que he venido para traer paz a la tierra; no he venido para traer paz, sino espada.
Porque he venido para poner en disensión al hombre contra su padre, a la hija contra su madre, y a la nuera contra su suegra; y los enemigos del hombre serán los de su casa.
El que ama a padre o madre más que a mí, no es digno de mí; el que ama a hijo o hija más que a mí, no es digno de mí; y el que no toma su cruz y sigue en pos de mí, no es digno de mí.
El que halla su vida, la perderá; y el que pierde su vida por causa de mí, la hallará. (San Mateo 10:32-39)
Qué tremendo este pasaje! No solemos escuchar al Jesús que nos habla tan fuerte como en las palabras de este párrafo.
Siempre lo vemos como pobre, crucificado, sin poder, hablando palabras de amor y misericordia, pero pocas veces al Jesús hablando tan fuertemente.
Pero es una realidad. Se nos ha predicado un evangelio de lo fácil, de las bendiciones, del recibir, del ser mejor, y mucho más, pero no de un evangelio de precio donde hay que pagar con nuestro esfuerzo, negación y valentía por comenzar y mantener una vida que agrada a Dios.
Algunas palabras de las que dijo Jesús en este pasaje:
Le confesaré o no le confesaré.
Vino para traer disensión familiar.
Enseña que se le debe amar a él antes que a toda persona humana, mostrando que él es Dios Hijo y por mandamiento se le debe amar como a Dios. Y que si no lo hacemos no somos dignos de él.
Que si hallamos nuestra vida en este mundo y no en la del reino de él, podemos llegar a perder la vida en este mundo.
Que todos tenemos una cruz humana que llevar. Llámese enfermedad, debilidad, pobreza, ignorancia, aflicciones, etc.
Que además de nuestra cruz, debemos llevar la de él, y que con esa actitud, podremos llevar fácilmente la nuestra.
Es tiempo de que empecemos a pagar el precio de seguir a Jesús y no tan solamente recibir de sus magníficas bendiciones.
En realidad la victoria total está en adorarlo, amarlo, seguirlo, servirlo y hacer su santa voluntad.
ORACION:
Señor Jesús, te doy gracias por tu palabra. Ahora entiendo que tengo que pagar el precio de tu evangelio. Que lo que recibo de gracia debo darlo, para llevar fruto para otros. Me arrepiento de mi pecado y pido tu bendición. Amén.
ACCION:
Haga lo que el Señor le está pidiendo que haga desde hace tiempo.
Acepte su cruz como le fue dada de parte de Dios.
Empiece a confesar a Jesús en su entorno para que otros le puedan conocer.
Entienda que su familia puede entorpecerle su decisión de comenzar a buscar a Dios como a él le agrada.
Tome la cruz de Cristo la cual es fácil y ligera como el dijo.
Que si pierde la vida en él, o sea, siguiéndolo, la encontrará aún más en esta vida y en la venidera.
por Marcelo Quiroga, ©2015.
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