La Reina Isabel dijo una vez “No le temo a tanques, barcos y aviones, a lo que le temo es a un hombre de rodillas”.
“Yo sólo tendré aquello por lo que oro, sólo podre tener acceso a aquello que yo estoy creyendo y orando”.
Jesucristo habló sobre la importancia de permanecer en la oración y no desmayar. No se trata sólo de iniciar, se trata de permanecer hasta tener la respuesta de Dios para nosotros, no la respuesta deseada, sino la de Dios, porque puede ser que estemos orando cosas que a Dios no le interese darnos. Cristo habló sobre una mujer y tomó un ejemplo, eso está en Lucas 18, verso 11, dice: “También le refirió Jesús una parábola sobre la necesidad de orar siempre y no desmayar, diciendo: Había en una ciudad un juez, que ni temía a Dios, ni respetaba a los hombres,” Lucas 18:1-2 (RVR 1960)
Y allí presenta también a una viuda, una mujer; es una mujer que no tiene quien la defienda, una viuda no sólo carece de recursos, sino que ya no tiene a su esposo que la defienda. Cristo muestra que alguien tan débil puede hacer cosas tan fuertes si se atreve a orar y no desmayar. La oración te va a llevar a niveles que nunca te imaginas, y Cristo, contando esta parábola, dijo: “el juez, injusto, poderoso, que ni temía a Dios ni respetaba a los hombres, le dijo a la mujer: ‘vete, porque yo no te voy a atender’“. Era un juez que ni respetaba a Dios ni temía tampoco a los hombres; sin embargo, esta mujer persistió, sin desmayar.
Era una mujer y, primero, era viuda, segundo, posiblemente era anciana; una anciana pierde todas las fuerzas, no es lo mismo una muchacha de 18 años que una mujer de 70, la de 70 ya para inclinarse lo va a pensar, no puede correr lo mismo, no tiene fuerzas, no tiene la misma habilidad; pero Cristo lo que quería mostrar es el poder que hay en la oración, que aun haciéndola una persona sin fuerzas, viuda, débil, que carece de sus recursos naturales de fuerza, pudo doblegar a un juez fuerte, que ni temía a Dios ni respetaba a los hombres, y lo hizo hacer lo que ella quería que hiciera. Este puede ser el mayor ejemplo de orar y de persistir en la oración hasta tener los resultados deseados.
La oración desde el Génesis hasta los días en que vivimos ha sido realmente el método que Dios nos brinda para acercarnos a él, para escucharlo a él, para tener dirección de él, para conquistar cosas en la tierra.
Extraído del Libro "El poder de orar de madrugada".
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