Esperad hasta mi venida en la cual los cielos se tornarán nuevos y nueva la tierra. En la que el milagro y la sanidad correrán gratuitamente como ríos de agua de vida. Esperad en todo tiempo, esperad. No te canses, no te desvíes, recuerda de dónde te saqué, donde estabas cuando te rescaté. Esperad mi venida, vigilante, trabajante, amante, pacificando, y santificándote.
Vístete de gala, oh Amada, con lino fino resplandeciente, con acciones justas de los santos. Esperad.
Mi venida es como relámpago. En breve llego. Como fuego abrasador, con poder sublime, como nuevo nacimiento, como luz inaccesible que todo lo llena, como paz inigualable, como llenura de nuevo convertido gozoso. Esperad mi venida.
Todo valle se alzará y se bajará todo monte y collado. Diga el débil fuerte seré. Diga el rico nada soy.
Espera siempre mi venida. Te examino de tiempo en tiempo para ver como está tu devoción espiritual.
Yo Jesús de Nazareth, quien te dice, vengo en breve. Amén. Soy Jesús que voy.
Amén, sí, Ven Señor Jesús.
Con amor y fe.
Marcelo y Graciela Quiroga.
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