Me podrás ver
En la mañana con mi sol, en la noche con mi luna y mis estrellas, en el aire y en el mar, en la tierra y en el cielo. En la sonrisa de un niño, en la fuerza de los jóvenes, en la quietud de un anciano. En el amor del esposo y la esposa, en el esfuerzo diario de los padres, en la unidad familiar, en la compañía de los hermanos, en el apoyo de un amigo, en el ánimo del que trabaja, en el sueño del que estudia, en el andar de todo lo creado. En la inocencia de los buenos, en la alegría del que triunfa, en el milagro del recién nacido, en la partida del que se va, en el pasado presente y futuro, en el comienzo y en el fin. En las nuevas oportunidades, en la belleza y en la pobreza, en el dolor del que sufre, en la esperanza de los desesperados. En mi obra redentora, en la luz de mi Espíritu, en mis testimonios bíblicos, en el camino de los justos, en la congregación de los perdonados, en el amor cristiano, en mi lugar de oración secreto. En el clamor y el ruego, en la sinceridad del arrepentido, con el quebrantado y humilde de espíritu. En el júbilo del salvado, en la compasión del piadoso, en la bondad del dadivoso, en la visión del sabio, en el poder y en la debilidad. Colgado en una cruz y liberado, en mi resurrección y glorificación, dentro tuyo y fuera de ti, golpeando la puerta de tu corazón y llamando...
Yo Jesús de Nazareth.
Con amor y misericordia.
Marcelo y Graciela.
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