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NOTA: LO QUE OCURRE DESPUES DE LA MUERTE

LO QUE OCURRE DESPUÉS

DE LA MUERTE

(2ª. Edición)

Por

Julio César Clavijo Sierra

www.unicodios.blogspot.com

www.pentecostalesdelnombre.com

© Julio César Clavijo Sierra. 2014.

(La primera edición de esta obra fue publicada en el año 2008)

2

Pág.

Introducción 3

Capítulo 1. El Lugar de los Muertos. 4

Capítulo 2. Lo que enseña el Antiguo Testamento. 10

Capítulo 3. Lo que enseña el Nuevo Testamento. 17

Capítulo 4. Refutación de doctrinas erradas. 28

3

INTRODUCCIÓN

“…está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después

de esto el juicio” (Hebreos 9:27).

“Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida

eterna en Cristo Jesús Señor nuestro” (Romanos 6:23).

“Porque muchos son llamados, y pocos escogidos” (Mateo 22:14).

La Biblia enseña que solo tenemos una vida, y por ende, una sola

oportunidad para ser salvos.

El ser humano es distinto a los demás seres vivos, puesto que fue creado a

imagen y semejanza de Dios. El hombre es un ser racional, y tiene

conciencia de su eternidad (Eclesiastés 3:11), por lo cual sabe que su

existencia no termina con la muerte. Sin embargo, son muchas las falsas

doctrinas que Satanás ha inventado para perturbar el entendimiento de los

hombres a fin de que no les resplandezca la luz del evangelio de Jesucristo

(2. Corintios 4:4). Doctrinas que enseñan que uno puede alcanzar la

salvación viviendo en el pecado, que todo acaba cuando uno muere, la

negación de la resurrección, la negación del infierno, la reencarnación, las

invenciones del limbo y del purgatorio, etc.

En el presente estudio examinaremos lo que dice la Biblia acerca de lo que

ocurre cuando un hombre muere, veremos la enseñanza del Antiguo y del

Nuevo Testamento, y finalmente refutaremos algunas de las falsas

doctrinas relacionadas con este tema.

Dado que este asunto es de trascendental importancia, le ruego que lo

estudie con toda atención y diligencia.

Cordialmente,

Julio César Clavijo Sierra

Colombia, Sur América

4

Capítulo 1.

EL LUGAR DE LOS MUERTOS

LA HISTORIA DEL RICO Y LÁZARO

La Biblia es la Palabra profética más segura, y en ella se da la explicación

verdadera acerca de lo que acontece después de que nos alcanza la muerte.

El relato más explícito acerca de lo que ocurre en “el más allá” es

encontrado en el evangelio según Lucas.

Podemos confiar en estas Palabras, pues fueron dichas por el mismo Señor

Jesús, quien es Dios manifestado en carne. Nuestro Señor Jesús, como el

Dios eterno que es, tiene todo el conocimiento, y sólo Él podía darnos

indicaciones precisas de lo que ocurre una vez que el hombre muere. Solo

Jesús tiene la potestad de revelarnos lo que ocurre después de la muerte,

pues Él es la Verdad (Juan 14:6). El conocimiento que tenían los judíos

acerca de este asunto era limitado y fue a Jesucristo a quien le correspondió

sacar a la luz (o revelar) esta verdad, pues a Él le correspondió revelar la

vida y la inmortalidad por el evangelio (2. Timoteo 1:10).

LUCAS 16:19-31

19 Había un hombre rico, que se vestía de púrpura y de lino fino, y hacía

cada día banquete con esplendidez. 20 Había también un mendigo llamado

Lázaro, que estaba echado a la puerta de aquél, lleno de llagas, 21 y

ansiaba saciarse de las migajas que caían de la mesa del rico; y aun los

perros venían y le lamían las llagas.

22 Aconteció que murió el mendigo, y fue llevado por los ángeles al seno

de Abraham; y murió también el rico, y fue sepultado. 23 Y en el Hades

alzó sus ojos, estando en tormentos, y vio de lejos a Abraham, y a Lázaro

en su seno. 24 Entonces él, dando voces, dijo: Padre Abraham, ten

misericordia de mí, y envía a Lázaro para que moje la punta de su dedo en

agua, y refresque mi lengua; porque estoy atormentado en esta llama. 25

Pero Abraham le dijo: Hijo, acuérdate que recibiste tus bienes en tu vida, y

Lázaro también males; pero ahora éste es consolado aquí, y tú

atormentado. 26 Además de todo esto, una gran sima está puesta entre

nosotros y vosotros, de manera que los que quisieren pasar de aquí a

vosotros, no pueden, ni de allá pasar acá.

27 Entonces le dijo: Te ruego, pues, padre, que le envíes a la casa de mi

padre, 28 porque tengo cinco hermanos, para que les testifique, a fin de

5

que no vengan ellos también a este lugar de tormento. 29 Y Abraham le

dijo: A Moisés y a los profetas tienen; óiganlos. 30 Él entonces dijo: No,

padre Abraham; pero si alguno fuere a ellos de entre los muertos, se

arrepentirán. 31 Mas Abraham le dijo: Si no oyen a Moisés y a los

profetas, tampoco se persuadirán aunque alguno se levantare de los

muertos.

Este relato nos enseña varias cosas:

a. El cuerpo de cada uno de los dos personajes fue sepultado, pero su alma

y su espíritu, no podían confinarse al sepulcro terreno, debido a su

naturaleza inmaterial.

b. Lázaro y el rico fueron al lugar de los muertos (o hades), que estaba

dividido en dos regiones. Una de ellas es un lugar de consuelo (o seno de

Abraham), y allá llegan los hombres que durante su vida hicieron lo que es

bueno y justo delante de Dios (pero que aún no es el lugar definitivo de

consuelo de los santos). La otra es un lugar de tormento, y a ella llegan los

hombres que no quisieron atender al llamado de Dios (pero que aún no es

el lugar de tormento definitivo al que irán los injustos luego del juicio

final).

c. El rico no fue condenado por ser rico sino por su desobediencia, y

Lázaro no fue salvo por su pobreza material, sino por su obediencia a la

verdad revelada que le enseñó a confiar y a esperar en el Señor. Lázaro

testificaba acerca de Dios, pero el rico no prestaba atención a la Palabra de

Dios (representada en Moisés y en los profetas). El texto nos enseña que las

riquezas del hombre no pueden comprar su salvación, sino que la salvación

es un regalo de Dios a quienes obedecen su Palabra.

d. Los muertos están en una situación consciente. Saben qué está pasando,

saben en dónde están, saben por qué están allí, y se acuerdan de su vida

pasada. Por ejemplo, el rico sabía que estaba allí por sus maldades, era

consciente de que estaba siendo atormentado en una llama, se acordaba que

tenía cinco hermanos que no obedecían la Palabra del Señor, se acordaba

del mendigo Lázaro y sabía que éste estaba en el lugar de consuelo por

haber obedecido a Dios.

e. Estas dos regiones del hades, están separadas por una gran sima (o un

gran abismo) que impide que los hombres que se encuentran en una región,

pasen o se junten con los de la otra región.

6

f. La región del hades a la cual llegan los hombres que hicieron la voluntad

de Dios, está a un nivel más alto que la otra región, pues el hombre

atormentado tuvo que levantar sus ojos para poder ver el lugar de consuelo.

g. Estas dos regiones están bien retiradas, pues el rico vio de lejos a

Abraham y a Lázaro.

h. La última frase de esa enseñanza que dice: “Si no oyen a Moisés y a los

profetas, tampoco se persuadirán aunque alguno se levantare de los

muertos”, es también una profecía. Jesús se levantó de los muertos, pero

aún con todo y eso, muchos se han negado a creer en Él.

¿ES UNA PARÁBOLA?

Aún cuando la Biblia muestra que esta enseñanza de Jesucristo trata unos

hechos verídicos de los cuales el Señor tenía conocimiento, algunas sectas

que niegan la existencia del infierno, han tratado de desvirtuar esta

enseñanza de Jesús diciendo que se trata de una parábola y no de una

historia real. Todo intérprete serio de la Biblia, sabe que una doctrina no se

puede apoyar exclusivamente en una parábola, sino que es necesario tomar

textos explícitos que den claridad sobre dicha enseñanza. Sin embargo hay

muchos puntos que nos llevan a concluir que esta enseñanza no es ninguna

parábola sino una historia real. Existen dos grandes diferencias entre este

relato con las parábolas bíblicas:

a. Las parábolas bíblicas no involucran personajes reales, pero en este

relato vemos actuando al patriarca Abraham, el padre de la fe. El hecho de

que Abraham aparezca como un personaje real, prueba la realidad de la

exposición del Señor Jesús.

b. Las parábolas bíblicas no traen nombres propios, pero este relato

menciona los nombres propios de Lázaro y de Abraham.

Aún si se insistiera que se trata de una parábola, esto no destruye la

realidad de este relato, pues las parábolas bíblicas son relatos imaginarios

que se refieren a situaciones que pueden ocurrir realmente. Por ejemplo,

7

En la parábola del buen samaritano, un hombre fue asaltado y

herido por el camino que desciende desde Jerusalén a Jericó

(Lucas 10:30).

En la parábola del sembrador, un hombre salió a regar la

semilla que cayó en cuatro clases de terreno (Mateo 13:3-8).

En la parábola de la oveja perdida, un hombre sale a buscar a

una oveja que se perdió, mientras que deja a noventa y nueve

ovejas en el redil (Lucas 15:3-4).

Todas estas situaciones podrían darse perfectamente en la vida real. Las

parábolas bíblicas dan una enseñanza que parte de una ilustración que

podría ocurrir en verdad.

Las parábolas son muy diferentes a lo que ocurre con otro tipo de relatos,

como por ejemplo, con la fábula, el cuento o la novela; donde el narrador

(o escritor) puede utilizar situaciones que jamás van a pasar u ocurrir en la

realidad. En la parábola no es así. Todo lo que se cuenta puede ocurrir en

la vida real y sin embargo la historia es imaginaria.

“La parábola es una historia que usa situaciones imaginarias (tomadas de la

vida real) de las que por comparación, se deduce una lección moral o

religiosa. Etimológicamente, el nombre parábola corresponde al verbo

paraballa, que literalmente significa poner al lado, comparar. En efecto, la

parábola se caracteriza porque implica la comparación de objetos,

situaciones o hechos bien conocidos –tomados de la naturaleza o de la

experiencia– con objetos o hechos análogos de tipo moral desconocidos.

De aquellos (la imagen) se deducen éstos (la realidad que se pretende

enseñar). Imagen y realidad se encuentran en el punto de comparación,

común a ambas.”1

Por eso, aún cuando alguien no acepte que el relato de Jesús (relacionado

con el rico y Lázaro) sea un hecho real sino una parábola, aún así, no puede

negar que la parábola toma situaciones que pueden ocurrir en la vida real.

O sea que si alguien asume que ese relato es simplemente una parábola,

entonces no pude negar que el relato toma situaciones que pueden ocurrir

realmente. Si para alguien el relato del rico y Lázaro es simplemente

una parábola y nada más que una parábola, entonces tampoco puede

negar que la descripción que dio el Señor Jesús acerca del lugar de los

muertos, es cierta y verdadera.


1

José M. Martínez. “Hermenéutica Bíblica”. Editorial Libros Clie. 1987 - Terrassa

Barcelona, España.

8

ARMONÍA CON ECLESIASTÉS 9:5-6

Algunas personas han creído que la exposición de la historia del Rico y

Lázaro contradice lo que se afirma en Eclesiastés 9:5-6. Ese texto dice:

"Porque los que viven saben que han de morir; pero los muertos nada

saben, ni tienen más paga; porque su memoria es puesta en el olvido.

También su amor y su odio fenecieron ya y nunca mas tendrán parte en

todo lo que se hace debajo del sol"

Sin embargo, debemos apreciar que el libro de Eclesiastés:

a. Corresponde a un análisis de la vida de los hombres debajo del sol (es

decir, mientras habitan en esta tierra).

“Yo el Predicador fui rey sobre Israel en Jerusalén. Y di mi corazón a

inquirir y a buscar con sabiduría sobre todo lo que se hace debajo del

cielo; este penoso trabajo dio Dios a los hijos de los hombres, para que se

ocupen en él. 14 Miré todas las obras que se hacen debajo del sol; y he

aquí, todo ello es vanidad y aflicción de espíritu.” (Eclesiastés 1:12-14)

b. Por medio de muchas reflexiones, muestra cuál es la verdadera razón de

la existencia humana en la tierra. La conclusión es que lo único que es

verdaderamente importante es temer a Dios y guardar sus mandamientos.

“El fin de todo el discurso oído es este: Teme a Dios, y guarda sus

mandamientos; porque esto es el todo del hombre. Porque Dios traerá toda

obra a juicio, juntamente con toda cosa encubierta, sea buena o sea mala.”

(Eclesiastés 12:13-14).

Partiendo de esas consideraciones y sin perder de vista que Eclesiastés

habla de la vida en la tierra, de la vida que se vive debajo del sol; así,

teniendo ese entendimiento, podemos afirmar que debajo del sol:

a. Los que viven saben que han de morir: Esto es una realidad y no necesita

de comentarios.

b. Los muertos nada saben: Debajo del sol, los muertos ya no saben nada.

Lo único que se puede ver de ellos por aquí (debajo del sol) es simplemente

su cadáver (y de algunos ni siquiera queda ese rastro).

9

c. Los muertos no tienen más paga: Un cuerpo muerto prácticamente pierde

todo su valor.

d. Su memoria es puesta en el olvido: A los muertos se les recuerda mucho,

recién han muerto. Incluso se le recordará mientras las personas que

compartieron con ellos vivan sobre la faz de la tierra, pero finalmente su

memoria es puesta en el olvido. De algunos algo sabemos, porque algo de

ellos perdura en los libros de historia, pero en realidad, la mayor parte de su

vida es puesta en el olvido.

e. Su amor, su envidia y su odio fenecieron ya: En verdad, debajo del sol,

solo queda un cuerpo muerto que no puede expresar ni amor, ni envidia ni

odio.

f. y nunca más tendrán parte en todo lo que se hace debajo del sol: Los

muertos ya no tienen nada que ver con este mundo.

Poniendo los textos dentro de sus respectivos contextos podemos entender

lo que la Biblia nos enseña, y podemos apreciar que Eclesiastés 9:5-6

concuerda con Lucas 16:19-31.

10

Capítulo 2.

LO QUE ENSEÑA EL ANTIGUO

TESTAMENTO

EL LUGAR DE LOS MUERTOS O SEOL

El Antiguo Testamento establece que todos los hombres, los justos y los

injustos, tan pronto como les alcance la muerte van a un lugar conocido

como el seol o el lugar de los muertos. El seol también fue llamado abismo,

o tierra del olvido (Salmo 88:12). Particularmente, Isaías 14:9-11 y 14:15-

17 demuestra que el seol es un lugar en el que hay existencia consciente

después de la muerte.

Jacob mencionó que él descendería al seol (Génesis 37:35, 42:38); los hijos

de Jacob expresaron que su padre descendería al seol (Génesis 37:35); los

hombres que se adhirieron a la rebelión de Coré fueron tragados por la

tierra y descendieron vivos al seol (Números 16:29-34); Zofar, uno de los

amigos de Job, mencionó que el seol es demasiado profundo (Job 11:8);

Job, también afirmó que en el seol están todos los muertos, sean ricos o

pobres, sean siervos o jefes, sean pequeños o grandes (Job 3:13-19); el

salmista agradece a Dios por haberle librado del seol (Salmo 30:3); ningún

hombre podrá librar por sí mismo su vida del poder del seol (Salmo 89:48);

ni aún en el seol podemos escondernos de la presencia del Dios

Omnipresente (Salmo 139:7-9); los hombres asesinos saben que envían a

sus victimas al seol (Proverbios 1:12); todos los hombres descienden al seol

(Eclesiastés 9:10); un salmo mesiánico indica que Cristo descendería al

seol (Salmo 16:10); y todos los que confiamos en Dios seremos redimidos

del seol (Oseas 13:14).

Algunos comentaristas afirman que los hebreos creían que ese lugar estaba

en el centro de la tierra, ya que en algunos pasajes se habla de “descender”

al seol, pero la palabra “descender” puede ser más bien una referencia a la

misma condición de morir, y no necesariamente a descender al centro de la

tierra. En otros pasajes, la palabra seol es sinónimo de sepulcro, pero

esto no indica que en la mentalidad hebrea el sepulcro sea la misma

región de los muertos, sino que indica es, que cualquiera cuyo cuerpo

muerto es puesto en un sepulcro, tiene su alma en el lugar de los

11

muertos. En el Salmo 6:5, seol se refiere al estado de muerte cf. Salmo

18:5.

Jonás también usó el término seol de manera figurada, pues aún cuando se

encontraba con vida en el vientre del gran pez, él ya se consideraba

prácticamente muerto y por eso dijo que oró al Señor desde el seno del seol

(Jonás 2:1). Coré y todos los que participaron de su rebelión, fueron

tragados por la tierra y descendieron vivos al seol, no porque el seol

quedara necesariamente en el centro de la tierra, sino porque de esa manera

murieron y llegaron a la región de los muertos (Números 16:33). Aún si

asumiéramos que el lugar de los muertos queda en el centro de la tierra, eso

no niega la existencia de ese lugar ni la descripción que Jesús dio acerca de

él.

El seol es un lugar indeseable para los malvados, pues allí son castigados y

avergonzados (Deuteronomio 32:21-22, Job 24:19, Salmo 31:17, Isaías

14:9-11). Por el contrario, el seol es un refugio y esperanza para los justos

(Job 14:13, Oseas 13:14).

CONCIENCIA DESPUÉS DE LA MUERTE

Isaías 14 presenta una escena que nos muestra que hay conciencia después

de la muerte. Cuando el gran emperador de Babilonia llegó al seol, los

muertos salieron a recibirle, y aquellos muertos decían: “¿Tú también te

debilitaste como nosotros, y llegaste a ser como nosotros?” (Isaías 14:9-

10).

EL ABISMO

Otro de los nombres que los hebreos le dieron al lugar de los muertos, fue

el de abismo. Los hebreos también llamaban abismo a las profundidades

del océano. Así, en el libro de los Salmos se expresa que cuando el pueblo

de Israel salió de Egipto, ellos caminaron por el abismo (Salmo 106:9), lo

que es una referencia a todo el pueblo de Israel andando entre las

profundidades del mar rojo como por tierra seca. Cuando Dios estaba

realizando su obra de creación sobre la tierra, el Espíritu de Dios se movía

sobre la faz de las aguas (o del abismo) (Génesis 1:2, Proverbios

8:27). Cuando ocurrió el diluvio, las fuentes del grande abismo (las

12

inmensas corrientes de agua en las grandes profundidades de la tierra) y las

cataratas de los cielos fueron abiertas (Génesis 7:11).

Nuevamente, esto no indica necesariamente que el lugar de los muertos

esté en el fondo del océano, sino que puede ser una referencia a lo

insondable que es para nosotros el lugar de los muertos. Job afirmó que la

sabiduría no se encontraba en el abismo (Job 28:14); el salmista oró para

que no se lo tragará el abismo (Salmo 69:15); los muertos están en el

abismo (Salmo 71:20); los hombres asesinos envían sus víctimas al seol, y

se los tragan como un abismo (Proverbios 1:12), el rey de Babilonia y el

Rey de Egipto han descendido al seol, a lo más bajo del abismo (Isaías

14:15, Ezequiel 31:15); a Jonás lo rodeó el abismo (Jonás 2:5), etc.

EL ABADÓN (O DESTRUCCIÓN)

Continuando con la enseñanza del Antiguo Testamento acerca del lugar de

los muertos, podemos apreciar que éste también hace referencia a una

región llamada abadón. Los términos seol y abismo, se refieren a toda la

región de los muertos, indistintamente de que se dirija al lugar de consuelo

de los justos o al lugar de tormento de los injustos, pero el término abadón

está directamente relacionado con la región en la que se encuentran los

muertos injustos.

El abadón está descubierto delante de Dios (Job 26:6); la iniquidad y el

fuego están relacionados con el abadón (Job 31:11-12); aquellos sobre los

que reposa la ira de Dios, descenderán al hoyo profundo y la verdad de

Dios no será contada en el abadón (Salmo 88:6-7, 11); el que deja el buen

camino y odia la reprensión morirá y llegará al seol y al abadón (Proverbios

15:11); el seol y el abadón nunca se sacian (Proverbios 27:20).

UN LUGAR DE CONSUELO

La Biblia enseña que la muerte de los santos, es apreciada delante de Dios

(Salmo 116:15). También nos enseña que Dios "es Dios nuestro

eternamente y para siempre; Él nos guiará aun más allá de la muerte"

(Salmo 48:14). Así, aun cuando el Antiguo Testamento no sea muy

explícito, sí nos da alguna orientación acerca de un lugar de consuelo para

aquellos que han muerto, y que hicieron la voluntad del Señor (Job 14:13,

Oseas 13:14).

13

LA RESURRECCIÓN

El Antiguo Testamento enseña que los muertos van a resucitar, algunos

para obtener la vida eterna y los otros para vergüenza y confusión perpetua

(Daniel 12:2). “Tus muertos vivirán; sus cadáveres resucitarán ¡Despertad

y cantad, moradores del polvo! porque tu rocío es cual rocío de hortalizas,

y la tierra dará sus muertos (Isaías 26:19). El Antiguo Testamento aclara

que la resurrección para vida eterna será posible gracias al sacrificio de

Cristo. “Venid y volvamos a Jehová; porque él arrebató, y nos curará; hirió,

y nos vendará. Nos dará vida después de dos días; en el tercer día nos

resucitará, y viviremos delante de él” (Oseas 6:1-2).

CASTIGO ETERNO

El Antiguo Testamento enseña que existe un castigo eterno que está

representado con fuego y azufre. Jehová hará que los injustos sufran con

fuego, azufre y viento abrasador, pero librará a los justos (Salmo 11:5-7);

Jehová juzgará a todas las naciones en un fuego que no se apagará ni de

noche ni de día, perpetuamente subirá su humo (Isaías 34:1, 10). El profeta

Ezequiel enseñó que el alma que peca voluntariamente, esa alma morirá

(Ezequiel 18:4 y ss). [A mi modo muy personal de ver, la confesión bíblica

del castigo eterno no indica necesariamente que los hombres injustos serán

atormentados durante toda una eternidad, ya que el Antiguo Testamento

confiesa que los impíos serán destruidos por la ira del gran juicio de Dios y

para siempre dejarán de existir. “Porque los malignos serán destruidos,

Pero los que esperan en Jehová, ellos heredarán la tierra. Pues de aquí a

poco no existirá el malo; Observarás su lugar, y no estará allí. Pero los

mansos heredarán la tierra, y se recrearán con abundancia de paz” (Salmo

37:9-11). “Sean consumidos de la tierra los pecadores, y los impíos dejen

de ser. Bendice, alma mía, a Jehová. Aleluya” (Salmo 104:35). “Cuando

brotan los impíos como la hierba, y florecen todos los que hacen iniquidad,

es para ser destruidos eternamente” (Salmo 92:7)].

VIDA ETERNA

Moisés tenía conocimiento del libro de la vida (Éxodo 32:32) y Jehová

enseñó a Moisés que todo aquel que peca será raído de ese libro (Éxodo

32:33).

14

Job confesó que aquel que lo habría de salvar tiene vida, y aún cuando Job

tuviera que morir, él sabía que algún día se levantaría de entre los muertos

y habría de ver a Dios. Él mismo y no otro vería con sus propios ojos a

Dios (Job 19:25-27).

Salomón expresó que Dios ha puesto eternidad en nuestro corazón

(Eclesiastés 3:11).

Ezequiel enseñó que aquel que practique la justicia, ese hombre vivirá

(Ezequiel 18:9).

El profeta Daniel, también enseñó que los que resuciten para obtener la

vida eterna resplandecerán como resplandecen las estrellas en el

firmamento (Daniel 12:3). Jehová envía bendición y vida eterna a los que

andan en su voluntad (Salmo 133:3).

LOS ARREBATAMIENTOS DE ENOC Y ELIAS

Enoc y Elías no vieron la muerte. Por tanto, ellos no fueron a la región de

los muertos, sino que fueron arrebatados por Dios a los mismos cielos.

Enoc caminó con Dios y desapareció, porque le llevó Dios (Génesis 5:21),

La epístola a los Hebreos nos enseña que Enoc no vio la muerte sino que

fue trasladado a otro lugar (Hebreos 11:5).

El profeta Elías fue igualmente trasladado. Él fue alzado por Dios y fue

llevado al cielo en un torbellino (2. Reyes 2:1, 11), y no fue vuelto a

encontrar (2. Reyes 2:16-18).

Estos hombres no murieron, por tanto, no tienen por qué resucitar. Estos

hombres no están en el hades pues no conocieron la muerte. Estos hombres

están ahora mismo en el cielo. Los muertos están en el hades, ya sea en la

región de tormento o de consuelo, y los que estamos vivos, estamos aquí en

la tierra.

A pesar de que la Escritura confiesa que Elías fue arrebatado al cielo por un

carro de fuego en un torbellino, hay personas que niegan esto, diciendo que

el traslado de Elías no fue para el cielo, sino que el profeta fue traslado para

otro lugar de la tierra, por lo que algún día posterior al suceso del carro de

15

fuego, el profeta Elías tuvo que morir. Ellos dicen que luego de su

desaparición, Elías le envió una carta al rey Joram de Judá, por lo cual

dicen ellos, Elías aún se encontraba en un lugar próximo a donde se dio el

suceso sobrenatural del carro de fuego, y estaba informado de todo lo que

sucedía en Israel y en Judá, aunque permanecía escondido disfrutando de

un buen retiro, ya que habiendo nombrado a Eliseo como su sucesor, no

tenía por qué volver a aparecer públicamente. El texto que ellos tuercen

para tratar de buscar sustento a su posición es 2. Crónicas 21:12-15.

No obstante, esa posición es refutada por la propia Escritura, que nos

enseña que Joram, en los primeros años de su gobierno, reinó

simultáneamente con su padre Josafat, sobre el reino de Judá (2. Reyes

8:16-17). Es decir, durante un breve tiempo, hubo dos reyes oficiales sobre

Judá, que eran Josafat y Joram, padre e hijo. Joram, asumió el reino de Judá

antes de la muerte de su padre Josafat, pero los dos fueron considerados

reyes oficiales, y el tiempo de reinado simultáneo, fue computado de

manera independiente para el periodo de cada uno de estos dos reyes. El

tiempo que Joram reinó sobre Judá fue de solo ocho años, pero de estos,

algunos se refieren al reinado compartido con su padre Josafat, y los otros,

al tiempo en el que reinó solo.

Joram mostró su mal proceder desde el principio de su reinado, aun cuando

Josafat (su padre) vivía. Además, de acuerdo con el relato bíblico, es

totalmente posible que Elías enviara esa carta a Joram rey de Judá, antes

del arrebatamiento al cielo. Quizá Elías escribió esa carta en momentos

muy próximos a su traslado, y esa sea la razón por la cual no se desplazó

hasta Jerusalén para darle la profecía de manera personal a Joram rey de

Judá, pues sabía que Dios lo podía arrebatar en cualquier momento.

Aún más, la Escritura afirma que Elías fue arrebatado antes de que Josafat

terminara de reinar, pues se dice que Josafat consultó al profeta Eliseo, el

que sirvió a Elías (2. Reyes 3:11-12), por lo cual es evidente que Elías ya

había salido del escenario.

La conclusión es que Elías escribió la carta para Joram rey de Judá antes

de su arrebatamiento, y que Elías fue trasladado al cielo convirtiéndose (al

igual que Enoc) en tipo del arrebatamiento de la Iglesia. Podemos confiar

en que Dios arrebatará a su iglesia, pues tenemos el testimonio de Enoc, de

Elías y de Jesucristo (más de dos testigos).

16

CIELOS NUEVOS Y TIERRA NUEVA

El profeta Isaías enseñó que los cielos y la tierra que ahora existen serán

destruidos (Isaías 51:6), y Dios creará en su lugar unos cielos nuevos y una

tierra nueva. Así, los primeros cielos y la primera tierra serán puestos en el

olvido (Isaías 65:17). En esos cielos nuevos, y en esa tierra nueva habitarán

para siempre los justos y se recrearán con abundancia de paz. Allí no

tendrán morada los malos (Salmo 37:9-11, 22, 27-29).

17

Capítulo 3.

LO QUE ENSEÑA EL NUEVO

TESTAMENTO

Desde luego, el Nuevo Testamento es mucho más explícito acerca de la

condición real de aquellos muertos que durante su vida hicieron la voluntad

de Dios, y la de aquellos que no la hicieron. Precisamente ya hemos

examinado la historia del Rico y Lázaro donde se refleja esa situación.

Además, el Nuevo Testamento es suficientemente explícito en lo que

respecta al destino final de los justos y de los injustos. El destino final de

los justos serán cielos nuevos y tierra nueva donde mora la justicia (2.

Pedro 3:13), mientras que el destino final de los injustos será el lago de

fuego a dónde serán arrojados los que no se hallaron inscritos en el libro de

la vida (Apocalipsis 20:15). Pasemos a analizar con más detalle la

enseñanza del Nuevo Testamento relacionada con este tema.

EL LUGAR DE LOS MUERTOS O HADES

El Nuevo Testamento no usa la palabra seol, pero utiliza en su lugar la

palabra griega hades. Hades es una “palabra griega que significa «lo

invisible». Los griegos dieron este nombre primeramente al «lugar

profundo» donde reposan los espíritus una vez despojados de sus cuerpos,

y después (según la mitología griega) lo utilizaron para el dios de lo

profundo.

El Nuevo Testamento nos enseña que el Rico estaba en la región de

tormento del hades (Lucas 16:23) mientras que Lázaro se encontraba en la

región de consuelo del hades (Lucas 16:25).

Los habitantes de Capernaum contaban con una ciudad de mucho progreso

y esplendor, pero toda su gloria iba a perecer en el hades (Mateo 11:23,

Lucas 10:15); las puertas del hades (o el poder de la muerte) no

prevalecerán contra la iglesia (Mateo 16:18), estaba profetizado que el alma

de Jesucristo no estaría para siempre en el hades (Hechos 2:27, 31),

Jesucristo tiene las llaves de la muerte y el hades (Apocalipsis 1:18), El

hades sigue a la muerte (Apocalipsis 6:8). Luego del juicio final la muerte

18

y el hades serán lanzados al lago de fuego y esa será la segunda muerte

(Apocalipsis 20:13-15).

El Nuevo Testamento afirma que Jesucristo descendió a las profundidades

más bajas de la tierra, como una referencia a su descenso al hades (Efesios

4:9). Nuevamente (como lo explicamos con el seol en el Antiguo

Testamento), esto no significa que el hades quede necesariamente en el

centro de la tierra, sino que puede referirse a la condición misma de morir.

Cuando Cristo resucitó de los muertos, Él venció al hades y a la muerte

(Efesios 4:8-10).

Algunos sugieren que Efesios 4:8-10, también indica que después de la

resurrección de Cristo, él sacó del hades (seol) a todas las almas de los

santos que habían muerto hasta ese momento, y que todos los justos que

mueren después de la resurrección de Cristo van directamente al cielo,

mientras que los que mueren sin Cristo siguen yendo al hades. No obstante,

el texto de Efesios nunca dice eso de manera clara, pero más bien dice que

cuando Cristo resucitó, Él cautivo lo que cautivaba a la humanidad (por

vencer al pecado y a la muerte) y dio dones a los hombres, constituyendo a

unos apóstoles, a otros profetas, a otros evangelistas, a otros pastores y a

otros maestros. (Efesios 4:11).

EL ABISMO

El Nuevo Testamento (al igual que el Antiguo Testamento) utiliza la

palabra abismo para referirse a todo el lugar de los muertos. Por ejemplo,

afirma que Cristo descendió al abismo y estuvo entre los muertos

(Romanos 10:7).

En una porción del abismo algunos demonios son atormentados, y por eso

unos demonios le rogaron a Jesús que no los enviara para allá (Lucas 8:31).

Satanás será apresado durante mil años en el abismo (Apocalipsis 20:1-3).

El libro de Apocalipsis enseña que la bestia (anticristo) sube del abismo

(Apocalipsis 11:7), lo que significa que aquel gobernador mundial contará

con los poderes de las tinieblas, por eso la profecía dice que subirá del

abismo pero también irá a perdición (Apocalipsis 17:8).

Algunos de los juicios finales conducirán a mucha gente al abismo, pues en

efecto morirán. Por ejemplo, las langostas que “subieron del abismo”

tienen por rey al ángel del abismo, cuyo nombre en hebreo es Abadón, y en

19

griego, Apolión (Apocalipsis 9:11) y su misión es obedecerle asesinando a

muchas personas. Abadón y Apolión, significan Destructor.

EL INFIERNO

La mayoría de las versiones españolas de la Biblia, utilizan el término

infierno, con dos connotaciones.

a. La primera, corresponde a la traducción de la palabra griega tártaro y

hace referencia a un lugar de castigo donde se encuentran algunos

demonios, quienes tendrán que enfrentarse más adelante con el juicio de

Dios (2. Pedro 2:4). De acuerdo con la concepción de los griegos, el

tártaro era una caverna donde eran lanzados los malos.

b. La segunda, corresponde a la traducción de la palabra gehena, y hace

referencia a la sección de tormento y castigo del hades. Así, es el

equivalente de la palabra hebrea Abadón.

Debemos temer a Dios, pues Él tiene el poder de quitar la vida y echar en el

infierno (Mateo 10:28, Lucas 12:4-5); los que van rumbo al infierno, son

llamados hijos del infierno (Mateo 23:15); en el infierno hay condenación

(Mateo 23:33); el fuego del infierno nunca se apaga (Marcos 9:48); es

mejor renunciar a cualquier órgano del cuerpo que ser arrojado al infierno

(Mateo 5:27-30, 18:8-9, Marcos 9:43-47); el que mate y el que insulte a su

hermano quedará expuesto al infierno de fuego (Mateo 5:21-22, 1 Juan

3:15); el mal uso de nuestra lengua (ofensas, groserías, maledicencias,

mentiras, blasfemias, etc.) puede hacernos perder en el infierno (Santiago

3:6).

La palabra gehena, es una adaptación griega de la expresión hebrea gehinom que significa valle de Hinom, o ge-ben-hinom que significa valle de

los hijos de Hinom. Hinom significa lamentación.

El valle de Hinom, es un valle localizado a las afueras de la ciudad de

Jerusalén. En los días de Cristo, este valle era el basurero de Jerusalén. El

valle de Hinom era un botadero a cielo abierto, por lo cual, los Israelitas

mantenían fuego ardiendo de continuo a fin de mitigar el olor de la

putrefacción. A ese basurero también se arrojaban cadáveres de animales y

de restos humanos, y los residuos de los cadáveres que no eran consumidos

por el fuego, eran devorados por gusanos. Ese valle era un lugar donde

20

literalmente el fuego nunca se apagaba y los gusanos siempre estaban

presentes. El valle era sinónimo de podredumbre, muerte y destrucción, al

punto que los judíos utilizaron el vocablo gehena para aludir al lugar de

castigo eterno, y por eso el Señor Jesús lo usó como una referencia para

describir la realidad de ese lugar de tormento, a donde se dirigen todos

aquellos muertos que en su vida no aceptaron el llamado de Dios.

Además, en ese mismo valle, en los días anteriores a la caída de Jerusalén

en manos de los ejércitos de Nabucodonosor, los Israelitas se apartaron de

Dios e hicieron sacrificios humanos en honor a los ídolos abominables Baal

y Moloc (2. Reyes 23:10, 2 Crónicas 28.3; 33.6; Jeremías 7.31; 32.35). Por

esa causa, Dios advirtió que ese Valle ya no se iba a llamar más valle de los

hijos de Hinom, sino valle de la Matanza (Jeremías 7:32).

EL LADRÓN ARREPENTIDO QUE FUE CRUCIFICADO AL

LADO DE JESÚS

El evangelista Lucas, nos informa que el ladrón arrepentido que fue

crucificado al lado del Señor Jesucristo, "dijo a Jesús: Acuérdate de mí

cuando vengas en tu reino. Entonces Jesús le dijo: De cierto te digo que

hoy estarás conmigo en el paraíso" (Lucas 23:42-43).

Aquel ladrón mostró arrepentimiento, mostró su fe en el Señor Jesucristo

como el único que podía salvarle y lo reconoció como el Mesías Rey, pues

habló de su reino. Con su clamor, aquel ladrón también reconoció que no

todo acaba con la muerte, y que algo ocurre con nosotros después de que

ésta nos alcanza.

Jesucristo le prometió que ese mismo día, ellos dos iban a encontrarse en el

paraíso. La pregunta que debemos hacernos es: ¿A cuál paraíso se estaba

refiriendo el Señor? El día que Jesucristo murió, al igual que todos los

hombres que mueren, Él descendió al lugar de los muertos, a dónde

también descendió aquel ladrón arrepentido. Había dos opciones para el

ladrón; ir al lugar de tormento del hades o ir a lugar de consolación del

hades, pero el Señor Jesucristo le prometió que ese mismo día, ambos se

encontrarían en el paraíso, como una referencia a su encuentro en el lugar

de consolación del hades.

Note usted que Jesús nunca dijo que ese mismo día se verían en el cielo, o

que ese mismo día se verían en los cielos nuevos y en la tierra nueva que

21

será la morada eterna final de los redimidos. La Biblia no dice eso y no

debemos especular que eso fue lo que ocurrió, pues los textos bíblicos que

nos hablan sobre lo que pasó inmediatamente después de la muerte de

Jesucristo, nos dicen que Él fue al hades (Efesios 4:9). Jesús profetizó que

Él iba a cumplir la señal del profeta Jonás de permanecer tres días y tres

noches en el corazón de la tierra (Mateo 12:39-40, 16:4)". Como puede

usted notar, la Biblia es clara en afirmar, que después de su muerte, Cristo

no ascendió inmediatamente a los cielos, sino que tenía que cumplirse en Él

la profecía de Jonás y de los otros santos profetas, que afirmaron que Él

descendería al seol (lugar de los muertos) pero su alma no sería dejada allí,

pues resucitaría.

En conclusión, el paraíso al que se refiere Lucas 23:42-43, es el seno de

Abraham, o lugar de consuelo del Hades, ya que ese mismo día, tal como lo

prometió el Señor, ambos (Jesús y el ladrón arrepentido) se tenían que

encontrar en un lugar mejor. Por extensión, podríamos decir, que la

promesa también se refería a que algún día, ambos se iban a encontrar en

los cielos nuevos y tierra nueva, que será el paraíso final para los

redimidos.

LA MUERTE DE LOS CRISTIANOS

Para un cristiano el morir es ganancia (Filipenses 1:21), pues significa

partir para estar con el Señor (Filipenses 1:23). Ya el Antiguo Testamento,

había confesado que es estimada a los ojos de Jehová la muerte de sus

santos (Salmo 116:15), y esto sigue siendo cierto en el Nuevo Testamento,

pues los que han llegado a la muerte luego de vivir una vida en Cristo

tienen esperanza (1. Tesalonicenses 4:13-14), pues son herederos de una

grande salvación (Hebreos 2:3). La muerte de los creyentes es un encuentro

con Cristo, por eso Esteban dijo: "Señor Jesús recibe mi espíritu" (Hechos

7:29).

Una vez que un cristiano muere, su alma descansa en la presencia de Dios

(2. Corintios 5:8), y estará en la presencia del Señor, en el lugar de

consolación, hasta que llegue el día de la venida de Él para levantar a su

iglesia, y entonces Dios traerá con Jesús a los que durmieron en Él (1.

Tesalonicenses 4.14).

"Así que vivimos confiados siempre, y sabiendo que entre tanto que

estamos en el cuerpo, estamos ausentes del Señor (porque por fe andamos,

22

no por vista); pero confiamos, y más quisiéramos estar ausentes del cuerpo,

y presentes al Señor. Por tanto procuramos también, o ausentes o presentes,

serle agradables." (2. Corintios 5:6-9).

LA RESURRECCIÓN

La resurrección es una de las doctrinas fundamentales de la fe cristiana

(Hebreos 6:1-2); la muerte entró por Adán, pero por Cristo la resurrección

de los muertos (1. Corintios 15:21-22); hay resurrección para los justos y

para los injustos (Hechos 24:15); los que hicieron lo bueno resucitarán para

vida, pero los que hicieron lo malo, irán a resurrección de muerte (Juan

5:28-29); la resurrección de los justos es la primera resurrección (1.

Tesalonicenses 4:16, Apocalipsis 20:5-6); la resurrección de los injustos es

la segunda resurrección (Apocalipsis 20:12-13). La primera resurrección

parece estar dividida en varias etapas. Corresponde a la resurrección de los

santos que murieron antes del arrebatamiento de la Iglesia (1. Corintios

15:51-55) y probablemente haga referencia a la resurrección de otros santos

que crean a Dios durante el milenio (Isaías 65:19-20).

Habrá recompensa en la resurrección de los justos (Lucas 14:14); es una

dignidad alcanzar la resurrección de los justos (Lucas 20:35), el que

resucite en justicia ya no puede morir por ser hijo de la resurrección (Lucas

20:36, Romanos 6:9) y Cristo fue el primero en resucitar (1. corintios

15:23).

Jesús dijo que Moisés mismo creyó en la resurrección, pues Dios es Dios

de vivos y no de muertos (Mateo 22:31-32, Lucas 20:37-40); Moisés y los

profetas anunciaron que Cristo había de padecer y ser el primero de la

resurrección de los muertos (Hechos 26:22); David profetizó que Jesús iba

a resucitar (Hechos 2:31); Jesús prometió que iba a resucitar (Mateo 16:21,

Marcos 8:31, 9:9-10), y afirmó que iba a cumplir la señal del profeta Jonás

de permanecer tres días y tres noches en el corazón de la tierra (Mateo

12:39-40, 16:4); los apóstoles enseñaron la resurrección de entre los

muertos (Hechos 4:2, 17:18, 24:21); Los apóstoles dieron testimonio de la

resurrección del Señor Jesús (Hechos 4:33, 1. Corintios 15:3-9, 20); hay

gente que se burla de la enseñanza de la resurrección (Hechos 17:32); y hay

gente que niega esa enseñanza (1. Corintios 15:12); hay gente que dice que

la resurrección ya se efectuó y trastornan la fe de algunos (2. Timoteo

2:17); la resurrección es una esperanza (Hechos 23:6); la resurrección de

Jesucristo nos ha dado una esperanza viva (1. Pedro 1:3); cuando

23

resucitemos seremos semejantes a Cristo (Romanos 6:5), el bautismo nos

salva porque Jesucristo resucitó (1. Pedro 3:21); El Señor aseguró que en la

resurrección ni se casan ni se dan en casamiento (Mateo 22:30, Marcos

12:25-27, Lucas 20:34-36), etc.

Los muertos en Cristo resucitados, los salvos vivos transformados de la

edad de la iglesia, más los salvos de la gran tribulación, juntos haremos

parte de la primera resurrección antes del reino de los mil años y

reinaremos con Cristo esos mil años, siendo coadjutores del sacerdocio de

Cristo sobre el Israel secular y la humanidad. Al final de ese periodo, este

mismo grupo en general (o la iglesia) juzgaremos juntamente con Cristo

(Juan 5.22; Hechos 10.42) a los ángeles que pecaron y al mundo en general

(1. Corintios 6.2-4) en el gran día del juicio final del Trono Blanco.

EL CUERPO DE GLORIA

El Nuevo Testamento enseña que nuestro cuerpo será transformado en un

cuerpo semejante al cuerpo glorioso con el que Cristo resucitó (Filipenses

3:21). La carne y la sangre no pueden heredar el reino de Dios y por eso

debemos ser transformados en un cuerpo incorruptible (1. Corintios 15:50).

Adán fue coronado de gloria y de honra, fue hecho para que no muriera y

toda la creación fue puesta debajo de sus pies (Salmo 8:4-9), pero el pecado

trajo como resultado su muerte y esa muerte pasó a todos los hombres

(Romanos 6:24). Así, esa gloria y honra se convirtió en deshonra y todos

los hombres hemos heredado de Adán esa imagen de deshonra (1. Corintios

15:49). Nuestro Señor Jesucristo apareció como el segundo Adán (1.

Corintios 15:45), como aquel que vino a restituir esa corona de gloria y de

honra que el hombre perdió (Hebreos 2:9). Por medio de la resurrección,

Jesucristo obtuvo un cuerpo glorioso y recuperó ese estado que Adán

perdió el día que pecó. Así, los que hemos creído en Cristo, heredaremos

esa imagen de gloria y de honra que Jesucristo obtuvo por medio de su

resurrección (1. Corintios 15:49).

Así como una semilla debe ser sembrada para que de ella brote una planta

que tiene una forma totalmente distinta a la semilla que fue enterrada, así

los hombres muertos resucitarán con un cuerpo totalmente diferente con el

que fueron sepultados (1. Corintios 15:37-38). El cuerpo que fue sepultado

no es el cuerpo con el que nos levantaremos. Tenemos un cuerpo

corruptible que será transformado en un cuerpo incorruptible, tenemos un

24

cuerpo deshonrado que será transformado en un cuerpo glorioso, tenemos

un cuerpo débil que será transformado en un cuerpo de poder, tenemos un

cuerpo animal que será transformado en un cuerpo espiritual (1. Corintios

15:42-44), tenemos un cuerpo mortal que será transformado en un cuerpo

inmortal (1. Corintios 15:53). Aún no se ha manifestado lo que hemos de

ser pero sabemos que cuando Él se manifieste seremos semejantes a Él (1.

Juan 3:2).

Jesucristo no resucitó como un espíritu, sino que tenía un verdadero cuerpo

glorioso (Lucas 24:39-40). Con ese cuerpo glorioso comió (Lucas 24:41-

42, Juan 21:12-13) y por eso cuando nosotros resucitemos podremos comer

del árbol de la vida (Apocalipsis 2:7, 22:2, 22:14). Ese cuerpo glorioso le

daba la facultad de aparecer dentro de recintos que estaban completamente

cerrados (Juan 20:19), y solo podían identificarlo si Él así lo quería

(comparar Lucas 24:15-16 con Lucas 24:31).

Nosotros tenemos una herencia incorruptible, incontaminada e

inmarcesible, reservada en los cielos, y esa esperanza viva tiene valor

porque Cristo resucitó de los muertos (1. Pedro 1:3-5).

EL ARREBATAMIENTO DE LA IGLESIA

El apóstol Pablo enseñó que no todos los creyentes vamos a morir, pero

todos sí seremos transformados (1. Corintios 15:51). Algún día el Señor

arrebatará a su iglesia para que esté para siempre con Él. Los santos que

estén muertos resucitarán y los que estemos vivos seremos transformados y

arrebatados juntamente con ellos para recibir al Señor en el aire (1.

Corintios 15:51-52, 1. Tesalonicenses 4:16-17).

Será un evento parecido a lo que ocurrió con Enoc y Elías.

EL JUCIO FINAL

El apóstol Juan enseñó que habrá una segunda resurrección, dónde todos

los hombres estarán delante de Dios para ser juzgados al final de los

tiempos (Apocalipsis 20:11-13).

Aquel día serán abiertos muchos libros y también será abierto el libro de la

vida. Todos los hombres serán juzgados por lo que está escrito en los libros

25

(Apocalipsis 20:12). La mención a los libros puede ser una referencia a las

conciencias de los hombres, pues en la epístola a los Romanos (donde

también se habla del justo juicio de Dios), se dice que las conciencias de

los hombres darán testimonio y sus pensamientos los acusarán o

defenderán (Romanos 2:15). La mención del libro de la vida, puede ser una

referencia a Jesucristo, pues en su papel de humano perfecto y vencedor,

juzgará al mundo. La Biblia enseña que Jesús no juzgará al mundo

como Padre sino desde su función de Hijo (Juan 5:22), pues Dios juzgará al

mundo con justicia, por aquel varón a quien designó, dando fe a todos con

haberle levantado de los muertos (Hechos 17:31), y por eso Dios juzgará

por medio de Jesucristo los secretos de los hombres (Romanos 2:16), ya

que el Señor conoce a los que son suyos. (2. Timoteo 2:19).

Todo aquel que no se halle inscrito en el libro de la vida será lanzado al

lago de fuego (Apocalipsis 20:15). Todo aquel que venza heredará todas las

cosas, pero los pecadores tendrán su parte en el lago que arde con fuego y

azufre (Apocalipsis 21:7-8).

EL LAGO DE FUEGO

El lago de fuego será el lugar definitivo de castigo eterno. La Escritura

afirma que el lugar de los muertos (o hades), será lanzado después del

juicio final al lago de fuego (Apocalipsis 23:14). De acuerdo con la

Escritura, actualmente no hay nadie en ese lago de fuego. Los primeros que

serán arrojados allí, serán la bestia y el falso profeta luego de la batalla de

Armagedón (Apocalipsis 19:20). Más adelante será arrojado el diablo (y

sus demonios) y aquellos serán atormentados por los siglos de los siglos

(Apocalipsis 20:10). Finalmente serán lanzados todos aquellos hombres

que no se hallaron inscritos en el libro de la vida (Apocalipsis 20:15). [No

obstante, a mi modo muy personal de ver, el castigo eterno de los hombres

inicuos, no incluye necesariamente un tormento eterno para ellos.

Jesucristo mismo dijo que Dios destruiría el cuerpo y el alma de los

hombres en el infierno (Mateo 10:28) y que hay vasos de ira (hombres)

preparados para destrucción (Romanos 9:22).]

El castigo es eterno (Mateo 25:46); allí será el lloro y el crujir de dientes

(Mateo 8:12, 13:41, 50); los habitantes de Sodoma y Gomorra y las

ciudades vecinas fueron puestos por ejemplo sufriendo el castigo del fuego

eterno (Judas 1:7); los que no obedecen el evangelio sufrirán pena de eterna

perdición (2. Tesalonicenses 1:8-9); todo aquel que no de buen fruto será

26

cortado y echado en el fuego (Mateo 7:19); la cizaña (los hijos del malo)

será arrojada al fuego (Mateo 13:38,40); todos los que sirven de tropiezo y

todos los que hacen iniquidad serán echados al horno de fuego (Mateo

13:42), los malditos serán arrojados al fuego eterno preparado para el

diablo y sus ángeles (Mateo 25:41), el que blasfeme contra el Espíritu

Santo sufrirá pena de castigo eterno (Marcos 3:29); los que no se hayan

preparado estarán en las tinieblas de afuera (Mateo 8:12, 22:13). Hay

diferentes grados de condenación, pues los escribas y fariseos hipócritas de

los tiempos de Jesús recibirán mayor condenación (Mateo 23:14); y el

castigo para los habitantes de las ciudades de Tiro y de Sidón de los

tiempos de Jesús, será mucho más tolerable que el castigo para los

habitantes de las ciudades de Corazín y de Betsaida (Lucas 10:13-14).

“Aquel siervo que conociendo la voluntad de su señor, no se preparó, ni

hizo conforme a su voluntad, recibirá muchos azotes. Mas el que sin

conocerla hizo cosas dignas de azotes, será azotado poco; porque a todo

aquel a quien se haya dado mucho, mucho se le demandará; y al que mucho

se le haya confiado, más se le pedirá” (Lucas 12:47-48).

LOS CIELOS NUEVOS Y LA TIERRA NUEVA

El Señor dará vida eterna a los que perseveran en el bien, buscando honra,

gloria e inmortalidad (Romanos 2.7). Dios tiene preparado un lugar para

nosotros en los cielos (Juan 14:2, 1. Pedro 1:4).

El apóstol Pedro afirmó que nosotros esperamos según las promesas del

Señor unos cielos nuevos y una tierra nueva donde mora la justicia (2.

Pedro 3:13). Los cielos y la tierra que ahora existen serán destruidos y Dios

hará una nueva creación (2. Pedro 3:10-12). El apóstol Juan vio un cielo

nuevo y una tierra nueva, porque el primer cielo y la primera tierra pasaron

y el mar ya no existía más (Apocalipsis 21:1). El Señor Jesús prometió que

los humildes de corazón recibirán la tierra que Él les ha prometido (Mateo

5:5), y que como hemos visto, no corresponde a esta tierra actual, sino a los

cielos nuevos y a la tierra nueva.

A esa nueva tierra, descenderá desde los cielos la ciudad que tiene

fundamentos cuyo arquitecto y constructor es Dios (Hebreos 11:10). Esa

ciudad es la nueva Jerusalén y en ella habitarán los redimidos de Dios. Dios

mismo morará con los redimidos. Allí habrá un solo trono que será el trono

de Dios y del cordero (Apocalipsis 22:3), pues el cordero es Dios mismo

manifestado en carne. Nuestro Dios estará para siempre con nosotros y

27

podremos verlo a través del cuerpo glorificado de Jesús (Job 19:26-27,

Apocalipsis 22:4).

28

Capítulo 4.

DOCTRINAS ERRADAS

A continuación presentamos algunas falsas doctrinas que se han levantado

con relación al tema de lo que ocurre después de la muerte.

LA INEXISTENCIA DEL ALMA

Algunas sectas como los Testigos de Jehová y los Cristadelfianos, enseñan

que cuando el hombre muere, el alma deja de existir hasta la resurrección.

De esa manera, cuando un hombre muere, simplemente deja de existir.

Ellos argumentan que el seol es sinónimo del sepulcro en donde se ponen

los muertos, y que no se refiere a un lugar a dónde van los muertos.

Sin embargo, el Salmo 139 dice que en ningún lugar podemos escondernos

de la presencia del Dios omnipresente (Salmo 139:7-9) y uno de esos

lugares mencionados es lugar de los muertos (o seol). Si el hombre dejara

de existir con la muerte, ese texto perdería todo sentido.

Los Testigos de Jehová y los Cristadelfianos, enseñan que los hombres que

han sido demasiado malos no resucitarán, sino que ya han sido aniquilados

definitivamente. Esta enseñanza es atractiva para todos aquellos que

quieren andar en sus malos caminos, pero niega rotundamente la verdad de

la Escritura.

Los Cristadelfianos también enseñan que los hombres que vivieron sin

saber nada de Dios y de sus propósitos, no tienen ninguna responsabilidad

con Él, por lo cual no tienen por qué ser juzgados o castigados y por eso no

resucitarán. Esa doctrina simplemente niega que Dios ha puesto la

consciencia dentro del hombre, y que los que sin ley han pecado sin la ley

también perecerán, pero los que sin ley hicieron las obras de la ley, serán

ley para sí mismos el día en que Dios juzgará por medio de Jesucristo los

secretos de los hombres (Romanos 2:11-16).

29

EL HOMBRE ES COMO LOS ANIMALES, Y DEJA DE EXISTIR

CUANDO MUERE

Esta enseñanza es proclamada especialmente por los filósofos que difunden

la doctrina de la evolución de las especies y promueven el ateísmo. La

Biblia enseña que el que niega a Dios no es más que un necio (Salmo 14:1,

53:1). El hombre sabe muy bien que somos más que un cuerpo físico pues

nuestra misma conciencia y nuestras capacidades de pensar, razonar,

reflexionar, inventar, imaginar, recordar, soñar, planear, y decidir así lo

comprueban. Todo nuestro ser es espíritu, alma y cuerpo debe ser guardado

irreprensible para la venida del Señor Jesucristo (1. Tesalonicenses 5:23).

Es el momento de reconocer que existe un Dios que nos creó y que no nos

hicimos a nosotros mismos (Salmo 100:3), que Dios es galardonador de los

que le buscan (Hebreos 11:6), que Él no quiere la muerte del pecador sino

que este se arrepienta y viva (Ezequiel 33:11) y que Él no quiere que

ninguno perezca sino que todos precedan al arrepentimiento (2. Pedro 3:9).

LA CONSULTA A LOS MUERTOS

El hecho de que los muertos tengan conciencia, no permite que nosotros

podamos tener comunicación con ellos y que ellos puedan revelarnos

asuntos del más allá. La Biblia habla acerca de la imposibilidad de que los

muertos vengan de una forma espiritual al mundo de los vivos cuando dice:

“Como la nube se desvanece y se va, así el que desciende al Seol no subirá;

No volverá más a su casa, ni su lugar le conocerá más” (Job 7:9-10).

De manera que quien consulta a los muertos, en realidad no tiene un

contacto con los muertos sino con espíritus malignos (demonios o ángeles

caídos) que engañan a la humanidad. Por eso la Escritura nos advierte

contra de dicha práctica en varias ocasiones, como en Isaías capítulo 8:19-

20 que dice: “Tal vez alguien les diga: «Preguntemos a los médiums y a los

que consultan los espíritus de los muertos; con sus susurros y balbuceos

nos dirán qué debemos hacer». Pero ¿acaso no deberá el pueblo pedirle a

Dios que lo guíe? ¿Deberían los vivos buscar orientación de los muertos?

¡Busquen las instrucciones y las enseñanzas de Dios! Quienes contradicen

su palabra están en completa oscuridad” (Isaías 8:19-20 - NTV). También

está la memorable cita de Deuteronomio 18:10-14, que nos amonesta así:

“No sea hallado en ti quien haga pasar a su hijo o a su hija por el fuego, ni

quien practique adivinación, ni agorero, ni sortílego, ni hechicero, ni

30

encantador, ni adivino, ni mago, ni quien consulte a los muertos. Porque es

abominación para con Jehová cualquiera que hace estas cosas, y por estas

abominaciones Jehová tu Dios echa estas naciones de delante de ti.

Perfecto serás delante de Jehová tu Dios. Porque estas naciones que vas a

heredar, a agoreros y a adivinos oyen; mas a ti no te ha permitido esto

Jehová tu Dios”.

El pasaje de 1. Samuel 28, presenta una excepción nunca jamás repetida,

que Dios permitió para que el profeta Samuel viniera y reprendiera al rey

Saúl por su apostasía. La Biblia declara expresamente que era Samuel, pues

los versículos 15 y 16 dicen: “Y Samuel dijo a Saúl: ¿Por qué me has

inquietado haciéndome venir?”... “Entonces Samuel dijo: ¿Y para qué me

preguntas a mí, si Jehová se ha apartado de ti y es tu enemigo?”. Otra señal

de que era verdaderamente Samuel, es que la profecía que anunció contra

Saúl en el versículo 19 se cumplió al pie de la letra sin reparo alguno. Esta

profecía fue: “Y Jehová entregará a Israel también contigo en manos de los

filisteos; y mañana estaréis conmigo, tú y tus hijos; y Jehová entregará

también al ejército de Israel en mano de los filisteos”, y vemos su

cumplimiento en 1. Crónicas 10:13-14 que dice: “Así murió Saúl por su

rebelión con que prevaricó contra Jehová, contra la palabra de Jehová, la

cual no guardó, y porque consultó a una adivina, y no consultó a Jehová;

por esta causa lo mató, y traspasó el reino a David hijo de Isaí”.

“Sabemos que la Biblia indica que los muertos no pueden regresar al

mundo de los vivos, así como Abraham no permitió a Lázaro volver para

advertir a los hermanos del hombre rico a que cambiaran sus caminos

(Lucas 16:19-31); pero recordemos que todo decreto dado por Dios está

sujeto a su divina voluntad. Por ejemplo, cuando Jesús está en el monte de

la transfiguración, se le aparece Moisés para hablar con Él. Moisés llevaba

siglos de estar muerto (Mateo 17:1-4) pero es visto por los Apóstoles y

conversa con Jesús. Otro ejemplo, la Biblia dice que "está establecido para

el hombre que muera una sola vez" (Hebreos 9:27), pero contrario a esta

Escritura, Elías y Enoc no murieron. Esto nos enseña que el Soberano

puede causar excepciones de acuerdo a su plan y propósito. Tales

excepciones son generalmente conocidas como "milagros". Dios usó a

Samuel una última vez para decretar las razones detrás del rechazo de Saúl

como rey, y el juicio final para su reinado”.2


2 G. Jorge Medina. Saúl, Samuel y la Adivina de Endor.

http://unicodios.blogspot.com/2010/09/saul-samuel-y-la-adivina-de-endor.html

31

NUEVAS “REVELACIONES” ACERCA DEL INFIERNO Y DEL

MÁS ALLÁ

De cuando en cuando aparecen ciertas personas argumentando que por

medio de algún trance, Dios los llevó al infierno para darles ciertas

revelaciones con el fin de que advirtieran a los vivos acerca de los horrores

de aquel lugar y se esforzaran por no llegar allá. Algunos han

complementado sus supuestas revelaciones, diciendo que también tuvieron

un viaje a un lugar de inmensa paz (al que llaman cielo) al que invitan a las

personas que oyen sus “testimonios”. Entre los relatos más conocidos

están: “Una revelación divina del infierno” (en el año 1.976) que es un

libro escrito por Mary Katherine Baxter. “El testimonio de siete jóvenes

colombianos que van al infierno y al cielo” (del año 1.995) cuyas copias en

audio han sido bastante distribuidas. “El cielo y el infierno” (del año 2010)

por la joven peruana Angélica Zambrano que se ha distribuido en video. Y

las “voces del infierno” percibidas en un pozo de Siberia por un grupo de

geólogos no identificado, en una fecha no identificada.

Aunque aquellos “testigos” presumen de veracidad, la Escritura nos

advierte: “Amados, no creáis a todo espíritu, sino probad los espíritus si

son de Dios; porque muchos falsos profetas han salido por el mundo” (1.

Juan 4:1). La manera de probar a los espíritus es por medio de la clara

enseñanza de la Escritura. Cuando alguien trae una revelación que

contradice la Palabra de Dios, está mintiendo. Por ejemplo, las supuestas

voces del infierno captadas por aparatos de introspección geológica son una

completa falsedad, porque el infierno no hace parte de este mundo físico,

sino del mundo espiritual. Asimismo, en todos aquellos supuestos viajes al

infierno (y al cielo), se presenta una visión del infierno bastante diferente a

la presentada en la Biblia. Por lo general, aquel “infierno” es presentado

como un lugar muy cómodo para Satanás y sus demonios, donde Satanás

reina bajo su absoluta voluntad, y como el mayor de los sádicos se divierte

haciendo sufrir a los hombres que están en condenación. No obstante, la

Biblia nunca declara que Satanás esté ahora mismo en el infierno, sino que

nos dice que es un ángel caído (Lucas 10:18) que ahora mismo está en el

mundo y confunde al mundo (2. Corintios 4:4, Efesios 2:2, 1. Juan 5:19).

Dentro de los demonios que se encuentran en el tártaro (2. Pedro 2:4) no se

encuentra Satanás. Aún más, la Biblia enseña que cuando finalmente

Satanás sea lanzado al lago que arde con fuego y azufre, será atormentado

por los siglos de los siglos (Apocalipsis 20:10), pero nunca se presenta una

visión de Satanás reinando o divirtiéndose perversamente en aquel lugar.

32

De tal manera que podemos denunciar con absoluta confianza a todas

aquellas supuestas revelaciones como falsas.

EL PURGATORIO

El purgatorio es una doctrina que la iglesia Católica Romana adoptó como

artículo de fe en el concilio de Florencia (1439 d.C). De acuerdo con el

catolicismo romano, solo los hombres muy malos van al infierno, y la gran

mayoría de pecadores van al purgatorio, que es un lugar de tormento menor

al del infierno, en el que deben pasar un tiempo para que a través de sus

sufrimientos purguen sus pecados. Cuando hayan cumplido con el castigo

impuesto irán al cielo. Los católicos citan a Lucas 12:58-59 que dice que

no saldrás de allí hasta que pagues el último centavo, pero si se mira el

contexto, Jesús habló de la necesidad de arreglar cuentas con nuestro

adversario antes de que sea demasiado tarde y habló también de una cárcel

literal, no de un purgatorio.

La Biblia no enseña por ninguna parte que exista el purgatorio, pues solo

hay una vida, y en esa vida que Dios nos da es que debemos tomar la

decisión de seguir a Cristo y obtener nuestra salvación (Hebreos 9:27). No

hay oportunidad de ser salvos después de que nos alcance la muerte. La

Biblia dice que el alma que pecare esa morirá (Ezequiel 18:4, 18:20), pero

no hay ninguna condenación para los que están en Cristo Jesús (Romanos

8:1) y han aceptado el verdadero plan de salvación (Hechos 2:38).

Hoy es el día de salvación (Hebreos 4:7) y hacemos bien si aceptamos el

llamado de Dios (Hebreos 10:38).

LA REENCARNACIÓN

La reencarnación es una enseñanza promovida por el movimiento de la

Nueva Era, y ha sido tomada del budismo y del hinduismo. Según esta

doctrina, cuando se llega a la muerte, el alma transmigra a otro cuerpo a fin

de irse perfeccionado por medio de un proceso de vidas sucesivas, hasta

que finalmente alcanza la perfección y se funde en el infinito al ser diluido

en un cosmos impersonal. De esa manera no existe diferencia entre los

demás seres vivos y el hombre, pues los animales y las plantas también son

almas que se encuentran en un estadio de desarrollo inferior. Esta doctrina

enseña que las almas reciben una retribución correspondiente a sus vidas

33

anteriores, y llaman a esa retribución el karma. De esa manera, explican

que lo bueno que pase en esta vida es consecuencia del bien que se hizo en

vidas anteriores, y lo malo que pase, es consecuencia del mal que se hizo

en vidas anteriores. De acuerdo con esta creencia es uno mismo el que se

salva a sí mismo.

Esta creencia promueve toda clase de pecados como la adoración a la

creación en lugar del Creador, pues enseñan que la creación es divina y se

está perfeccionando. De la misma manera, promueven el homosexualismo,

pues se ha llegado a enseñar que el comportamiento homosexual de alguien

puede ser consecuencia de una vida pasada en la que el individuo tuvo un

sexo distinto al que ahora tiene, etc.

Aún cuando esta enseñanza es incompatible con la enseñanza bíblica,

algunas personas han querido utilizar el texto en el que el Señor Jesús dijo

que Juan el Bautista era el Elías que habría de venir (Malaquías 4:5-6,

Mateo 11:14, 17:10-13, Marcos 9:11-13), para torcerlo, diciendo que ese

texto sirve de sustento para la reencarnación. Sin embargo, Jesús nunca

enseñó que Juan el Bautista fuera la reencarnación de Elías, sino que por el

contrario, enseñó que el ministerio profético de Juan el Bautista era muy

similar al de Elías. Esos textos no hablan por ninguna parte de la doctrina

antibíblica de la reencarnación.

La Biblia enseña la clara verdad de que lo que está establecido para los

hombres es que tengan una sola vida, que mueran una sola vez, y que

después se enfrenten al juicio (Hebreos 9:27).

Alguien podría preguntar ¿Pero una vida tan corta sí es suficiente para

alcanzar la perfección? La respuesta es, que si en esa vida aceptamos a

Jesucristo y obedecemos el Plan de Salvación como está escrito en Hechos

2:38, una vida es más que suficiente. Un hombre podría vivir un millón de

vidas y aún así perderse, porque la paga del pecado es muerte (Romanos

6:23). El único que puede quitarnos esa culpa del pecado es Jesucristo

nuestro Señor, quién por medio su sacrificio en la cruz nos abrió un camino

nuevo y vivo (Hebreos 10:20).

Un día de Pentecostés, unos hombres compungidos de corazón,

preguntaron a unos hombres llenos del Espíritu Santo qué era lo que ellos

tenían que hacer para ser salvos, y la respuesta que recibieron era que se

arrepintieran de sus pecados, que procedieran a ser bautizados en el nombre

de Jesús para el perdón de sus pecados y que recibieran el don del Espíritu

34

Santo (Hechos 2:38). Si aún no lo has hecho, hoy es tu día de salvación. No

esperas más. Ven a Jesús.

LOS MUERTOS INJUSTOS TENDRÁN LA OPORTUNIDAD DE

SER SALVOS DESPUÉS DEL MILENIO

Los testigos de Jehová han enseñado que todos los que resuciten, tendrán

mil años para tomar una decisión acerca de su salvación. Pasado ese

tiempo, si no obedecieron al evangelio, serán aniquilados completamente.

Esa es una enseñanza atractiva para los que no desean arrepentirse, pero no

tiene respaldo bíblico. Por el contrario, la Biblia enseña que está

establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el

juicio (Hebreos 9:27).

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