
Muchos hablan del perdón, pero son muy pocos los que realmente saben lo que significa.
¿Qué es perdonar? Para contestar a esta pregunta, quizá sea mejor, primero, definir lo que no es perdón.
Perdón, o perdonar, no es excusar el comportamiento de quienes nos hieren, o nos hirieron alguna vez. Tampoco es aceptar una crueldad, u olvidar que algo doloroso ha sucedido. Perdón no es evadir un mal comportamiento o reconciliarse con un agresor.
En este sentido, y por lo dicho hasta aquí, se puede inferir que las personas que perdonan no necesariamente están obligadas a absolver lo que han hecho contra ellas. Al contrario, para perdonar, es importante que las personas reconozcan que han sido maltratadas o tratadas de manera indebida.
Entonces, si perdonar no es aceptar una crueldad, no es olvidar al que nos hirió, y no es evadir el enojo, entonces: ¿Qué es? Pues bien, perdonar es reducir el resentimiento y aumentar la benevolencia -y el amor- hacia el que ha sido injusto con nosotros.
El rencor siempre es perjudicial, vivir con resentimiento sólo nos conduce a renovar un daño del pasado y sentirlo (vivenciarlo) como si lo estuviéramos recibiendo en el presente.
¿Cómo se hace para perdonar? No existe una fórmula mágica, más bien, requiere mucho esfuerzo. Un primer paso es aceptar todo lo malo que nos pasó, para, así, comenzar a comprender el beneficio del perdón; es decir que las cosas que hayan arruinado nuestro pasado dejen de destruirnos el presente. En otras palabras, perdonar es tomar la decisión de desprendernos del pasado para sanar el presente.
Vivimos en un mundo cargado de violencia, debemos tomar conciencia de que la salida no es alimentar ese valor negativo; al contrario, si queremos mejorar nuestro bienestar físico y emocional, si queremos evolucionar como seres humanos, debemos aprender a perdonar.
por Hernán Traverso.
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