¡Oh cuánto yo te amo hijo/a mío/a! Aunque envejezcas siempre serás hermoso/a para mi, estoy a tu lado siempre, veo tus angustias y temores. Hice la creación para compartir mi gloria contigo, ten fe en mis palabras, confía en mi, yo soy el mismo de siempre, no cambio. Veo las injusticias, no temas, yo doy el pago, espera mi justicia siempre, no dudes, yo muevo mis ejércitos a tu favor, pronto lo verás, eso es solo el principio de todo lo que haré contigo. Te vestiré de gloria para que me representes entre los hombres; sí, yo puedo hacerlo. Nadie me ayuda, yo solo lo hago, de mi saldrá tu justicia y vindicación. Si, soy yo, el que sana tus dolencias más íntimas. El que te recuerda que nunca te dejará ni te desamparará.
Yo el Señor tu Dios, quien te ama y te sostiene con mi mano poderosa. Jesús de Nazareth.
Con amor y esperanza.
Marcelo y Graciela Quiroga.
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