A veces pensamos que Dios no sufre por el hombre, sino que observa los acontecimientos del mundo sin sentir algo por ello.
Esto es lo que sostiene una gran parte de las personas y aún algunas filosofías erróneas, pero eso no es la realidad de Dios.
Dios sufrió en Jesús toda la indiferencia de su pueblo y de las personas, en aquel entonces y ahora en la actualidad.
Los evangelios relatan que Jesús se asombraba de la incredulidad de la gente, tenía compasión por las almas porque eran como ovejas que no tienen pastor. Él se lamentó en la entrada por las puertas de Jerusalén cuando fue al templo a adorar a Dios.
Constantemente Jesús, el Hijo de Dios, Dios mismo en su Segunda persona de la Trinidad, en unidad con el Padre y el Espíritu Santo, sufrieron el agravio humano.
Imagine, es como si los integrantes de nuestra propia familia nos hicieran sufrir sin piedad en todo momento, y nosotros por amarlos tanto tenemos que padecer sus pecados, y ellos indiferentes a nuestro sentir.
El Trino Dios sufre por nosotros cuando no hacemos su voluntad que es el bien de cada uno de nosotros.
Dios, y el Espíritu Santo sufren en Jesús en la cruz por cada uno de nosotros. El no está indiferente ni es de sentimiento frío ante tu problema. Tienes que entender que Jesús está contigo en todo momento, pases los momentos que pases.
El te ofrece salvación, compañía, amor, prosperidad, espiritualidad y un camino nuevo.
Correspóndele dándole gracias, amándolo, siguiéndolo y sirviéndolo.
¿Que harás entonces en este día?
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